Por Cristina Fernández Miqueleiz
Dietista-Nutricionista Colegiada nº NA 00003
Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de Navarra
El embarazo, una etapa inolvidable en la vida de la mujer en la que nuevamente ésta va a sufrir una serie de cambios tanto a nivel físico como emocional. Las dudas, las emociones y los miedos estarán presentes durante las 40 semanas de gestación, más aún si se trata del primer embarazo para esa mamá.
Nadie duda que es fundamental controlar la alimentación del bebe durante el primer año de vida. En cambio en ocasiones nos olvidamos que la alimentación de la madre durante el embarazo es tanto o más importante, ya que va a afectar de forma directa en la formación del feto. Y no solo durante el embarazo sino en los meses previos conviene revisar la alimentación y estado nutricional de la futura mamá.
Con el paso de los años las recomendaciones que dan matronas, enfermeras y pediatras van cambiando hasta el punto de que algunas de ellas dan un giro de 180º: lo que antes estaba permitido ahora está totalmente desaconsejado. Hay que pensar que todo ello es fruto de las nuevas investigaciones ya que la ciencia avanza y se van descubriendo nuevas conclusiones. Pero si algo está claro es que durante los 9 meses de embarazo hay que normalizar la alimentación cubriendo por supuesto las necesidades que hay en esta etapa y olvidarnos de mitos como el de “que hay que comer por dos”. Las necesidades energéticas en el embarazo aumentan a partir del cuarto mes alrededor de 250Kcal diarias que se cubre añadiendo una ración más de lácteo y una de cereal.
En los primeros meses del embarazo el peso de la futura mamá no debería variar, incluso si se parte de sobrepeso u obesidad se recomienda bajar peso a base de grasa corporal. Esto no significa realizar estrictamente una dieta de adelgazamiento sino una mejora de los hábitos de alimentación. Si la alimentación previa al embarazo era muy desordenada solo con mejorar algunos de los hábitos es muy probable que se pierda grasa corporal y volumen. En definitiva, cuanto menor sea el exceso de peso con el que partimos mejor se va a afrontar el último trimestre del embarazo, el parto y por supuesto el post-parto. Por ello conviene mejorar la alimentación desde que se planifica el embarazo al mismo tiempo que se incluyen suplementos de ácido fólico. Una vez confirmado el embarazo se mantiene la suplementación de ácido fólico y se añade la de yodo o hierro dependiendo de cada situación. Aunque haya una suplementación de yodo se recomienda incorporar la sal yodada en las elaboraciones y asegurar una ingesta de 3-4 raciones de pescado a la semana.
Recomendaciones:
- Distribuir la ingesta diaria en 5 o 6 tomas, para que no pasen más de 3 horas sin ingerir alimentos.
- Asegurar una ingesta diaria de 3 raciones de frutas y 2 de verduras (una de ellas cruda y desinfectada con lejía de uso alimentario para evitar toxiinfecciones alimentarias).
- Eliminar el consumo de lácteos no pasteurizados por el riesgo de listeriosis, de alimentos poco cocinados como el pollo o las tortillas por el riesgo de salmonelosis o de jamón serrano si no se ha padecido la toxoplasmosis previo al embarazo.
- Incluir 2 veces por semana legumbres, 1 día pasta y 1 día arroz, dando preferencia siempre a los cereales integrales.
- Reducir el consumo de carnes grasas y embutidos, quesos curados, nata bollería industrial o platos precocinados y sustituirlo por carnes magras, quesos bajos en grasa y elaboraciones caseras.
- Asegurar una ingesta de 1,5-2 litros de líquidos que pueden ser a base de agua, caldos e infusiones.
Todas estas recomendaciones pueden seguirse fácilmente si la mujer se encuentra bien, algo que se complica cuando sufre náuseas y vómitos constantes durante los primeros meses. En este caso habrá que intentar mejorar reducir o eliminar los líquidos en las primeras horas del día y dar prioridad a aquellos alimentos que le atraigan. Por supuesto, siempre que sea necesario se pueden complementar con algo de medicación para paliar estos síntomas.